El vino y el sake son bebidas con mucha historia en diversas culturas. Se disfrutan en fiestas y con alimentos, pero cada uno tiene un origen y método de producción únicos. Sus sabores y propiedades varían notablemente. Conocer estas diferencias permite entender su importancia cultural y su papel en el mercado mundial. Y para eso estamos aquí, te vamos a mostrar las diferencias para que puedas disfrutar de las bebidas al máximo.
Orígenes y tradiciones
El vino es una bebida con una historia muy antigua que se originó en áreas del Mediterráneo, como la Grecia y Roma clásicas. Su producción se ha desarrollado principalmente en Europa y América, destacando en países reconocidos como Francia, Italia y España. Este líquido tiene una fuerte conexión con la cultura occidental y se consume en contextos religiosos, sociales y gastronómicos.
En contraste, el sake es una bebida tradicional japonesa con raíces que datan del siglo VIII. Aunque su origen está en Japón, en tiempos recientes ha logrado popularidad fuera de sus fronteras debido al creciente interés por la cultura y la cocina niponas. El sake suele estar vinculado a ceremonias y festividades locales, y es el acompañante ideal para los platos típicos de Japón, mostrando un estilo de consumo muy particular y culturalmente significativo.
¿Cómo es el mercado actual?
El mercado global de bebidas alcohólicas refleja un interés creciente por el sake, sobre todo en países donde la cultura japonesa tiene presencia destacada. Analizando el mercado vemos que en Salvioni-Alomar podemos encontrar el mayor catálogo de Sake de importación en España, lo que evidencia una demanda en aumento y la apuesta por diversificar las opciones disponibles para los consumidores.
La oferta de sake ha ido ampliándose en tiendas especializadas, restaurantes y eventos gastronómicos, en paralelo al vino, que sigue siendo la bebida predominante en la mayoría de las cartas. La coexistencia y complementariedad de estas bebidas enriquecen la experiencia del consumidor, abriendo puertas a nuevos conocimientos y gustos.

Procesos de elaboración
Una diferencia clave entre el vino y el sake está en los ingredientes principales y cómo se elaboran. El vino se obtiene fermentando uvas, que pueden ser de diferentes tipos y ofrecen sabores variados. Durante la fermentación, las levaduras transforman los azúcares naturales presentes en la fruta en alcohol, un proceso que puede extenderse desde varias semanas hasta meses según la clase de vino.
El sake se crea a partir del arroz al que se le ha retirado su capa externa. En lugar de fermentar directamente como el vino, el arroz requiere un paso adicional: primero el almidón debe convertirse en azúcares que puedan fermentar. Para lograr esto, se utiliza un hongo llamado koji, que descompone el almidón en azúcares simples. La fermentación del sake es única porque ambos procesos, la transformación del almidón en azúcar y la fermentación en alcohol, ocurren simultáneamente y de forma paralela.
Esta forma de fermentación particular hace que el sake tenga características distintas frente a otras bebidas alcohólicas, aportándole un perfil propio y diferenciado en cuanto a sabor y textura. Así, las diferencias en los ingredientes y en los procedimientos de producción marcan la esencia que distingue al vino del sake.
Sabores y aromas
El vino presenta una amplia gama de estilos, desde tintos intensos y con mucho cuerpo hasta blancos frescos y livianos, sin olvidar los rosados y espumosos. Los sabores varían según la variedad de uva, el clima, el tipo de suelo y el método de envejecimiento. Se pueden encontrar notas frutales, florales, herbales, especiadas, ahumadas o terrosas. El aroma es fundamental y, en algunos casos, proviene del envejecimiento en barricas de roble.
El sake tiene un sabor más suave y delicado, pero con una complejidad propia. Su aroma suele incluir frutas como melón, pera o manzana, junto con un toque dulce y un sabor umami que le da una textura redonda y agradable. La temperatura a la que se sirve influye mucho en cómo se percibe su sabor, ya que puede disfrutarse frío, a temperatura ambiente o ligeramente calentado, lo que permite descubrir distintos matices en cada forma de tomarlo.
Grado de alcohol
El contenido de alcohol en el vino generalmente varía entre un 11% y un 15%, aunque existen casos que se salen de ese rango. Es común acompañar el vino con distintas comidas y en diversas celebraciones, y se utiliza una cristalería especial que ayuda a potenciar su aroma y sabor.
En cambio, el sake presenta un nivel alcohólico un poco más elevado, situándose entre el 14% y el 16%. Tradicionalmente se consume en vasos pequeños, a menudo de cerámica, y su temperatura de servicio puede variar. Se puede beber frío o caliente, dependiendo del tipo de sake, del gusto de quien lo toma y de la estación del año o la situación en la que se encuentre.
Ambas bebidas tienen particularidades en su forma de servirse y degustarse, lo que influye en la experiencia sensorial que ofrecen. Así, cada una aporta una riqueza única que se adapta a distintos momentos y preferencias.
Variedades de cada tipo
El vino se divide en varias clases que dependen del tipo de uva utilizada, la zona donde se produce, la forma de elaboración y el tiempo que pasa en barrica. Hay distintos tipos, como los vinos jóvenes, los de crianza, reserva y gran reserva, cada uno con sus propias cualidades. Algunas de las uvas más populares para hacer vino son cabernet sauvignon, merlot, tempranillo y chardonnay, entre otras.
El sake se categoriza según el nivel de pulido del arroz y si se incorpora alcohol durante su fabricación. Las principales clases son Junmai, que es sake puro sin alcohol añadido; Honjozo, que incluye una pequeña cantidad de alcohol; y las variedades superiores Ginjo y Daiginjo, que se distinguen por un mayor grado de pulido del arroz. Estas diferencias influyen en la textura, el aroma y el gusto del sake, creando perfiles diversos para los diferentes paladares.